
Me movió, asimismo, la nueva realidad de los trabajadores que dejaron hace rato de constituir el «movimiento obrero», categoría política que tiene como condición la identificación con un conjunto de ideas que define un modelo de país y que, por más de medio siglo, fue hegemonizado por el peronismo. Nunca tanto como hoy, buena parte de los trabajadores estuvieron tan colonizados por las ideas de las clases dominantes, taladrados sus cerebros por los medios hegemónicos que machacan hora tras hora, minuto tras minuto, para hacerles creer que también son burgueses y que la grieta es un invento del kirchnerismo, que la lucha de clases es un «sofisma», como supo decir un general de la última dictadura. Trabajadores convertidos en consumidores frenéticos, individualistas y pendientes del progreso material, que sepultaron la solidaridad y las aspiraciones de cambio social. Que han convertido en «derecho» lo que siempre fueron herramientas de explotación de las patronales, como las prolongaciones de jornada y las horas extras. ¡Cuánta sangre derramó el movimiento obrero por las ocho horas de trabajo, y hoy luchan por trabajar más! Y lo peor: muchos terminan votando a sus verdugos.
Afortunadamente, hay reservas. Hay gremios que luchan. Y, tal vez, la realidad dura que se viene haga recapacitar a otros. Para ellos va este libro, con la esperanza de que no bajen los brazos.»
(Fragmento de «Razones, propósitos y camino recorrido»
de Un Gremio Imbatible-Editorial Tinta Libre-2018)
